jueves, 4 de abril de 2013

No he venido aquí a hablar de mí, aunque no lo parezca.

Supongo que debería empezar a relatar, uno detrás de otro, los acontecimientos que me han marcado en la vida y que me han hecho ser como soy pero, la verdad, es que no voy a hacerlo. Mayormente, porque ni aunque os los explicara con pelos y señales llegaríais a entenderme. Y tampoco es que quiera que lo hagáis, todo hay que decirlo.

No hay verdad, no hay mentira. Cualquier coincidencia con la realidad puede ser pura coincidencia, o puede que no lo sea; os dejo a vosotros interpretar mis palabras como más os convenga. No me pidáis explicaciones porque no las voy a dar. Y, antes de osar preguntar algo, aseguraos de ser capaces de encajar la respuesta; sea la que sea.

Realmente, no sé qué espero de toda esta historia, quizá meterme en algún que otro lío y drama por el mero hecho de romper mi rutina y la de la gente que me rodea. No os encariñéis con los personajes porque, lo más seguro, es que me los quite de en medio en cuanto sus reacciones se vuelvan predecibles. Tampoco esperéis que nada de todo ésto llegue a buen puerto porque ni siquiera yo lo hago.

Y, sobre todo, ni se os ocurra daros por aludidos.

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